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En un bosque natural, lo natural es que se mantenga por si mismo, es decir, que no necesita la intervención del ser humano para plantarlo, cuidarlo,… A este proceso natural de autosostenibilidad es a lo que se llama regeneración natural.

Cuando un bosque maduro permite la reproducción de las especies vegetales autóctonas, está fomentando la regeneración. Para ello, tienen que habitar plantas adultas de todos los estratos del bosque (hierbas, arbustos, trepadoras y árboles), que formen flores, se polinicen, se fecunden y produzcan frutos con semillas viables. Estas semillas, a su vez, tienen que germinar, ocupar un lugar adecuado para crecer y llegar a ser adultas.

Un bosque está compuesto por múltiples organismos, no sólo encontramos flora, sino también fauna. Los animales son necesarios por las relaciones que mantienen con los vegetales, como por ejemplo, los insectos encargados de la polinización de las flores (abejas, mariposas,…), los encargados de la dispersión del fruto y semillas ya sea por ingestión de frutos (zorros, aves, jabalíes,…) o por almacenamiento de reservas (arrendajos, ratones, ardillas,…).

Otro integrante importante del bosque son los hongos, ya que estos tienen relaciones de gran valor a la hora del crecimiento en las primeras etapas del desarrollo de la plántula, la asociación que se forma entre las raíces del vegetal y los filamentos o hifas del hongo (micorrizas) facilitan la supervivencia de la flora.

El bosque también tiene elementos abióticos de gran relevancia, así, si no se dispone de nichos adecuados para el desarrollo de las plantas, estas tras germinar, morirán. Si las condiciones de humedad (edáfica y ambiental) no son las adecuadas a esa especie en concreto, no prosperará adecuadamente. Si no se dispone de sombra para protegerse del sol, muchas especies morirán en verano. Si el suelo ha sufrido una alta degradación por contaminación, pérdida de nutrientes, de microorganismos, incluso desaparición del mismo por transformación de usos, difícilmente el bosque puede mantenerse en su óptimo y por tanto regenerarse.

La evolución conjunta entre bosque y humanos ha transformado el paisaje, los usos del suelo y el medio natural en general. Esto ha fomentado aquellas especies de interés para las personas como por ejemplo la encina, de fruto (la bellota) tan nutritivo para el ganado; leña y carbón (madera) tan estimada en chimeneas, hogares y barbacoas. Mientras otras especies han visto reducidas sus poblaciones por carecer de interés para la población humana (majuelos, piruétanos, madroños,…) que sin embargo son importantes para la dieta de los animales silvestres.

Esta interacción entre personas y bosque es la que ha menguado en muchos casos la biodiversidad del bosque, transformando el complejo sistema de bosque en otros sistemas como las dehesas, con una única especie arbórea, en los que la introducción del ganado impide la regeneración del bosque. Incluso se han perdido bosques como los de ribera, por el uso de los sotos y vegas para huertas y agricultura, que elimina la regeneración natural por la roturación del terreno.

Estás alteraciones del ecosistema son las que impiden la regeneración natural del mismo, por lo que en muchos casos se necesita la ayuda de las personas para recuperar el bosque, ya sea plantando, poniendo protectores, vallado o simplemente dispersando semillas.

La regeneración natural es el mejor proceso de formación de bosques, de ecosistemas, pero en algunos casos, necesita ayuda.