Ricardo Hernández. Naturalista

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Se podría decir que el arrendajo es un ave, aunque realmente es un pájaro (orden paseriformes) perteneciente a la familia Corvidae, con un llamativo y sonoro nombre científico (Garrulus glandarius). Es el córvido ibérico que más ligado está a las comunidades forestales; tanto caducifolias como a aquellas de hoja inmarcesible.

La elección de esta especie para el presente artículo, se debe a una particularidad de carácter cognitivo que presentan estás aves, y que nos podría llamar la atención por parecernos un carácter más unido al “humano” que al “animal”.

La memoria del arrendajo es prodigiosa, o al menos eso aseguran algunos estudiosos de esta especie, pero lo más importante, a mi parecer, es la función natural que desarrollan en beneficio del bosque autóctono, y quién sabe si también sobre el alóctono.

El plumaje de los arrendajos es más llamativo que el del resto de los córvidos ibéricos, quizás por llevar una vida más ligada al bosque, como ocurre con las aves de selvas tropicales. El resto de córvidos españoles suelen mostrar tonos negros, grisáceos y blancos, a excepción del rabilargo (especie no originaría de la península ibérica) que luce colores azul-grisáceos. El arrendajo, en cambio, tiene un plumaje en general de tonos anaranjados, acompañado de tintes azules, blancos y negros.

Son llamativos algunos comportamientos que tiene esta especie en la naturaleza, como imitar el canto de otras aves; ya sea el de las oropéndolas, e incluso el de su potencial y principal depredador; el azor. No tengo noticia de cual puede ser la función de estás simulaciones, que si son entendibles en el pirata alcaudón atrayendo a sus presas, pero el nombre de arrendajo, proviene del vocablo arrendar, que tiene la acepción de imitar.

Cuando los arrendajos notan el picor de los ácaros en sus plumas, suelen acercarse a un hormiguero y bañarse en el ácido fórmico que producen sus inquilinas cuando se sienten amenazadas. Este ácido, parece ser que expulsa a los molestos ácaros, propiciando el cuidado del plumaje.

Durante la época de bonanza y en previsión para la de escasez, el arrendajo almacena miles de frutos, que más tarde, durante el duro invierno, le servirán de reserva para combatir el frío y el resto de las necesidades fisiológicas.

Arrendajo con fruto

Pero, ¿cómo encuentra el arrendajo los frutos escondidos?, ¿tiene la capacidad de contar o más bien se fija en los ambientes donde los entierra?, ¿sabe que ha escondido en cada lugar?

Se realizó un estudio sobre una especie de arrendajo americano (Aphelocoma califórnica) y se llegaron a determinar algunas cuestiones.

Por lo visto, y a diferencia de lo que algunos creen, el arrendajo no sabe contar, entierra miles de frutos y semillas que son posteriormente encontradas por el conocimiento del ambiente, y cada una de las zonas de su territorio. Tengamos en cuenta que cualquier ave recorre varias veces al día su territorio, y es de vital importancia que conozca perfectamente las zonas de campeo y alimentación, las de huida, los territorios vecinos, y las zonas de celo y reproducción; es decir, conocer al detalle el ambiente circundante. Por lo tanto la gran capacidad de retención, está ligada a su capacidad visual y al perfecto reconocimiento del terreno.

Pero ahí no queda la cosa…, no solo tienen la capacidad de saber donde situó los frutos, sino que tienen capacidad de discernir qué tipo de fruto escondió. Eso se pudo demostrar experimentalmente y en cautividad, cuando después de que los arrendajos escondieran los dos tipos de alimentos (gusanos y cacahuetes), proporcionados por los investigadores, se les retiraba de sus jaulas, se limpiaban las marcas en la arena (para descartar esta posibilidad de localización) y se les eliminaba el alimento enterrado. Los resultados fueron sorprendentes, ya que tenían conciencia del alimento que tenían que buscar, según el tiempo que hubiera transcurrido. Es decir, teniendo conocimiento de antemano por los investigadores que los gusanos eran una delicia para ellos frente a los cacahuetes, si no pasaba mucho tiempo después de retirarlos de las jaulas donde habían escondido el alimento, al devolverlos a estas, se iban directamente a por los gusanos. Pero si había transcurrido mucho tiempo, parece ser que eran conscientes de que los gusanos muertos se descomponían antes, y se limitaban a buscar los cacahuetes.

Solo los pájaros que ya habían tenido experiencia con los gusanos y su carácter perecedero, podían discriminar entre desenterrar uno u otro alimento, según el tiempo transcurrido. Por lo tanto, se puede llegar a la conclusión de que esta característica del comportamiento que se daba solo en aquellas aves que ya habían tenido alguna experiencia previa, se debe más bien a un comportamiento aprendido y no innato.

Este fenómeno de naturaleza cognitiva que pueden desarrollar los arrendajos, no solo tiene la finalidad de llenar los buches de estas aves, sino que también tienen una función diseminadora de los frutos, propiciando la dispersión de nuestros bosques y al fin y al cabo la buena salud ambiental para los humanos. Esto es debido a que, aunque la memoria de los arrendajos es prodigiosa, no es infalible, y es frecuente que en ocasiones no encuentren la totalidad de los miles de frutos escondidos bajo tierra.

Por todo esto, y ya que estos córvidos han sido perseguidos durante décadas por el comportamiento de comer huevos y pollos de algunas aves, incluidas las cinegéticas, no estaría mal reflexionar sobre que nos compensa más, si tener un ambiente árido y lleno de perdices, o tener un ambiente natural y rico en todo tipo de especies de flora y fauna.

Un arrendajo